Cuando estaba en séptimo grado, sobresalía académicamente y había estado en la lista de honor cinco veces consecutivas. Pero, sin previo aviso, mi escuela eliminó por completo mi Programa de Educación Individualizada (IEP) sin el consentimiento de mis padres. Cuando mis padres se enteraron, confrontaron de inmediato al director. ¿La respuesta que recibieron? Como me estaba yendo bien, la única ayuda que podían ofrecerme era inscribirme en un campamento de robótica.
Esa respuesta no fue suficiente para mis padres. Se pusieron en contacto con organizaciones locales de autismo e incluso con un senador estatal para ayudar a restablecer mi IEP. Finalmente, en la preparatoria, me lo devolvieron, pero después descubrí algo impactante: es ilegal eliminar el IEP de un estudiante sin el consentimiento de los padres.
Aun así, las escuelas suelen encontrar lagunas legales para evadir estas normativas. Esta práctica es, en el mejor de los casos, irresponsable y, en el peor, una violación de los derechos de los niños. Las escuelas deben garantizar que todos los estudiantes tengan las mismas oportunidades de éxito. Cuando eliminan los IEP o manipulan políticas para evitar brindar el apoyo necesario, están fallando en su deber más importante.
Por eso, los padres deben actuar. Si tu hijo tiene un IEP, depende de ti asegurarte de que reciba el apoyo que merece. Aquí tienes tres estrategias clave para defender a tu hijo en las reuniones de IEP.
Las escuelas suelen asumir que saben qué es lo mejor para tu hijo simplemente porque son responsables de su educación. En las reuniones de IEP, los administradores pueden intentar minimizar tus preocupaciones o hacerte sentir que no entiendes las necesidades de tu hijo. Mis padres vivieron esto de primera mano: los directores y otros funcionarios escolares los trataban como si no supieran nada sobre el autismo.
La respuesta es simple: no dejes que te silencien. Si la escuela intenta invalidar tu voz, mantente firme. Insiste en que te escuchen. Eres el padre o la madre, no los maestros, ni el director, ni el superintendente. Tú conoces mejor que nadie a tu hijo, y tu perspectiva es importante. Si la escuela no lo reconoce, está fallando en su deber de brindar el apoyo adecuado.
Las escuelas pueden eliminar un IEP por diversas razones. A veces, asumen que si un estudiante tiene buen rendimiento académico, ya no necesita adaptaciones. Otras veces, simplemente no comprenden cómo funciona el autismo.
Algunas escuelas pueden estar abiertas al diálogo y dispuestas a corregir sus errores. Pero otras pueden negar deliberadamente los servicios, ya sea por ignorancia o por ahorrar costos. Esto no solo es antiético, sino también ilegal.
Si la escuela elimina el IEP de tu hijo sin tu consentimiento, actúa de inmediato:
Haz lo que sea necesario para garantizar que el IEP de tu hijo se implemente correctamente.
Uno de los mayores desafíos en las reuniones de IEP es la falta de comprensión sobre el autismo entre el personal escolar. A pesar de la gran cantidad de investigaciones disponibles, muchos educadores siguen teniendo ideas erróneas sobre el autismo, lo que puede llevar a un apoyo inadecuado.
La mejor manera de ayudar a las escuelas a comprender el autismo es involucrar voces con experiencia de vida, tanto de personas autistas como de padres. Aunque los educadores tengan títulos y capacitación, a menudo carecen de experiencia directa. Al invitar a autodefensores autistas o padres que ya han enfrentado el sistema, puedes ayudar a que las escuelas comprendan mejor qué significa brindar un apoyo significativo.
Las reuniones de IEP pueden ser desafiantes. Algunas diferencias pueden resolverse con conversaciones, pero otras pueden convertirse en conflictos serios, especialmente si la escuela está trabajando en contra de las necesidades de tu hijo.
Pero al final del día, lo más importante es el éxito de tu hijo.
Nadie puede quitarle su derecho a la educación. Como padre, tienes el poder de defenderlo, desafiar decisiones injustas y asegurarte de que reciba el apoyo que necesita. Infórmate, mantente firme y nunca aceptes un “no” como respuesta.
Este artículo fue escrito por Kadin McElwain, un estudiante universitario autista y defensor de los derechos de las personas neurodivergentes. Su experiencia personal lo ha llevado a luchar por un sistema educativo más inclusivo e inspirar a otros a defender sus derechos. Su historia es un recordatorio del increíble potencial de la comunidad neurodiversa y de la importancia de garantizar que todos los estudiantes reciban el apoyo que necesitan para tener éxito.