Cómo el arte nos transforma

Un vistazo a nuestro evento de Arte y Teatro del 4 de Mayo
mayo 15, 2025

 

Fuente original: Este contenido ha sido tomado de la American Psychological Association (APA). Se utiliza con fines informativos, citando su autoría original.

A medida que llega el otoño, es natural que disminuyamos el ritmo, reflexionemos y miremos hacia adentro. Los psicólogos afirman que involucrarse con el arte puede ayudarnos precisamente a hacer eso.

A través de la creciente ciencia de la neuroestética, los investigadores están descubriendo lo que sucede en el cerebro cuando el arte nos conmueve o nos transforma, y cómo ese mismo proceso puede favorecer el crecimiento personal, fortalecer la empatía e incluso inspirar el cambio social.

Un informe reciente de la Organización Mundial de la Salud (OMS) destaca el poder de las artes para aliviar la depresión y la ansiedad, ayudar en la recuperación del trauma, proteger contra el deterioro cognitivo y fomentar la conexión social. La música, por ejemplo, puede estimular el desarrollo del lenguaje en los niños y ayudar a los adultos a reconstruir las vías neuronales después de un accidente cerebrovascular.

Según un marco desarrollado por Anjan Chatterjee, MD, profesor de neurología, psicología y arquitectura, y director fundador del Penn Center for Neuroaesthetics en la Universidad de Pensilvania, junto con Oshin Vartanian, PhD, científico psicológico de la Universidad de Toronto, nuestra respuesta al arte surge de la interacción entre tres sistemas cerebrales:

  • El sistema sensoriomotor, que capta lo que vemos o escuchamos, como el color o el movimiento.
  • El sistema de valoración emocional, que procesa las sensaciones de placer y recompensa.
  • El sistema de conocimiento y significado, que se nutre de nuestros recuerdos y experiencias, otorgando al arte una significación personal más profunda.

En otras palabras, el arte es mucho más que lo que vemos: es lo que sentimos y recordamos.

Las investigaciones también muestran que cuando interactuamos con arte que consideramos significativo, se activa la red neuronal por defecto del cerebro, una región vinculada a la introspección. Esta respuesta puede prepararnos para la creatividad, la inspiración y el autodescubrimiento.

Entonces, ¿cómo podemos incorporar más del poder transformador del arte en nuestras vidas y comunidades?

 

Formas de aprovechar el poder del arte

  • Fomentar interacciones sociales en torno al arte. Cuando los visitantes de un museo observan arte juntos y conversan sobre lo que ven, reportan mayor bienestar y conexión social que quienes observan las obras en silencio uno al lado del otro.
  • Usar el arte para promover la empatía y las actitudes prosociales. Las artes han sido durante mucho tiempo un medio de comentario y activismo. En un estudio de Ellen Winner, PhD, profesora emérita del Boston College, las personas que leyeron las memorias literarias de un inmigrante indocumentado mostraron mayor empatía hacia los inmigrantes (especialmente aquellos inicialmente menos comprensivos) que quienes leyeron un artículo periodístico sobre el mismo tema.
  • Proporcionar contexto para profundizar la comprensión. A menudo las personas prefieren el arte de su propia cultura, pero la información adecuada puede ayudarlas a apreciar obras desconocidas. Aprender sobre la historia o la técnica de un artista puede tender puentes culturales y reducir prejuicios, dice Chatterjee.
  • Practicar y promover la “observación lenta”. Detenerse frente al arte, estudiar sus detalles, reflexionar sobre las emociones que despierta o considerar a qué nos recuerda puede convertir una simple observación en un acto de atención plena y autodescubrimiento.
  • Impulsar una participación inclusiva y diversa. Los espacios artísticos tradicionales, como museos y teatros, no siempre se han sentido acogedores para todos. Validar diferentes maneras de experimentar el arte y enfatizar que no hay una respuesta “correcta” puede ayudar a las personas a conectar con el arte de forma significativa y personal.

 

Por qué la música es sanadora

Desde aliviar el estrés hasta ayudar a los pacientes con accidentes cerebrovasculares a recuperar el habla, el impacto de la música en el cerebro sigue captando la atención de los científicos. Los investigadores están descubriendo cómo procesamos el ritmo, la melodía y la armonía, y cómo esos elementos pueden aprovecharse para mejorar la salud y el bienestar en áreas tan diversas como el dolor crónico, la enfermedad de Parkinson y la recuperación de lesiones cerebrales.

De hecho, un estudio encontró que solo 45 minutos de actividad creativa, especialmente escuchar música, pueden reducir la ansiedad en un 25%.

En un episodio del pódcast Speaking of Psychology, la reconocida soprano Renée Fleming, editora del libro Music and Mind: Harnessing the Arts for Health and Wellness, conversó con el investigador en cognición musical Aniruddh Patel, PhD, sobre la ciencia que conecta la música, la mente y el cuerpo. Hablaron sobre cómo la música apoya el desarrollo infantil, ayuda en el manejo del dolor y fortalece la función cerebral en personas que se recuperan de un accidente cerebrovascular o lesión cerebral traumática. También abordaron el potencial de integrar las artes en la atención médica, la evidencia más reciente sobre la musicoterapia y las perspectivas futuras de este campo en crecimiento.

 

Cómo cultivar tu chispa creativa

La creatividad alimenta la innovación, la realización personal y el crecimiento: nos ayuda a resolver problemas, conectar con los demás y encontrar significado en nuestro trabajo y en nuestra vida.

“La creatividad está en el centro de la innovación. Dependemos de la innovación para avanzar como humanidad, así como para el placer y el entretenimiento”, dice Jonathan Schooler, PhD, profesor de ciencias psicológicas y del cerebro en la Universidad de California, Santa Bárbara.

Gracias a los avances en la neuroimagen, los psicólogos y neurocientíficos están descubriendo nuevas perspectivas sobre lo que significa ser creativo y cómo fortalecer esa capacidad. Las investigaciones muestran que la creatividad depende de la coordinación entre múltiples redes cerebrales y activa el sistema de recompensa del cerebro.

Aunque algunas personas pueden tener una mente más imaginativa de manera natural, cualquiera puede cultivar la creatividad con práctica e intención. Aquí hay cinco formas respaldadas por la ciencia para fomentarla y disfrutar de sus beneficios:

  1. Trabaja en ello. La creatividad no es solo inspiración: es práctica. Ya sea escribiendo, diseñando o resolviendo problemas en el trabajo, reserva tiempo regularmente para aprender, experimentar y perfeccionar tu oficio.
  2. Deja vagar tu mente. Practica el “soñar despierto con propósito”. Permite que tus pensamientos fluyan mientras los orientas suavemente hacia el desafío que enfrentas. Algunas investigaciones sugieren que la meditación puede fortalecer esta habilidad.
  3. Conecta ideas distantes. Durante una lluvia de ideas, anota todo lo que se te ocurra, sin importar cuán descabellado parezca. El pensamiento divergente suele llevar a conexiones sorprendentes y valiosas.
  4. Sal a la naturaleza. Pasar tiempo al aire libre, especialmente en espacios amplios, puede expandir la atención, estimular la imaginación y potenciar el pensamiento creativo.
  5. Revisa tus ideas. Los momentos de “¡Eureka!” pueden resultar emocionantes, pero esa euforia puede hacernos sobrevalorar las primeras ideas. Regrésalas más tarde con una mirada fresca para refinarlas y fortalecerlas.

 

¿Qué cuenta como “buen” arte?

Los psicólogos están explorando estas y otras preguntas, utilizando métodos científicos para entender por qué las personas crean arte, cómo lo experimentamos y cómo nos impacta.

Ellen Winner, PhD, del Boston College, participó en el pódcast Speaking of Psychology de la APA para hablar del arte como un concepto abierto, con interpretaciones que cambian con el tiempo; de la diferencia entre un prodigio y alguien con talento; de por qué buscamos arte que nos entristece; y de por qué las falsificaciones nos molestan. Winner también abordó el valor intrínseco de la educación artística y su investigación sobre si experimentar arte (como escuchar música o leer novelas) nos vuelve más empáticos y perspicaces.